La visita real a Calatayud  en 1840 y los falsos rumores de fiebre héctica

Francisco Tobajas Gallego

            La reina regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, con sus hijas, Isabel y María Luisa Fernanda, llevaron a cabo un viaje a Barcelona en junio de 1840, para que la infanta Isabel tomara baños de mar, para curarse de males herpéticos. En realidad, la reina quería entrevistarse con el general Espartero, duque de la Victoria, de quien deseaba su apoyo. La comitiva real llegó a la ciudad condal el 30 de junio.

            En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud celebrada el 6 de junio de 1840, el gobernador político y militar de la ciudad señaló que, siendo probable que, a la ida o a la vuelta de su viaje a Barcelona, la comitiva real pasara por Calatayud, la corporación debía reparar la carretera que cruzaba por sus términos.

            Al día siguiente el maestro de obras informó que, para reparar con la mayor brevedad la carretera, desde el convento de capuchinas hasta la Puerta de Terrer, era necesario un gran número de peones y muchas caballerías, que causarían elevados gastos, por ser obra de bastante trabajo. Por ello el ayuntamiento acordó llevar a cabo un reparto de hombres y caballerías entre los pueblos del Partido, como ya se había hecho cuando se fortificaba la ciudad, avisando además a cincuenta vecinos que tuvieran caballerías.

            El 9 de junio, el gobernador informaba que había recibido oficialmente el itinerario real, con la lista de la real servidumbre, fechado el pasado día 5. El ayuntamiento acordó formar una junta, para que le auxiliara en sus trabajos.

            Según este itinerario, en la primera jornada la comitiva real comería y dormiría en Alcalá de Henares. En la segunda, la comida se serviría en Guadalajara y se pasaría la noche en Torija. En la tercera, se comería y dormiría en Algora. En la cuarta se comería en Esteras, durmiendo en Medinaceli. En la quinta jornada, la comitiva comería en el parador de Huerta, llegando a Ariza para pasar la noche. En la sexta la comida se serviría en Ateca, pernoctando en Calatayud. En la siguiente se comería en El Frasno y se descansaría en La Almunia. Y en la octava la comida tendría lugar en La Muela, durmiendo en Zaragoza.

            A lo largo del itinerario, un encargado iría reuniendo, donde conviniera, los suministros necesarios para las raciones de la Brigada de la Guardia Real y de la tropa de escolta. Acompañaban a la reina regente los ministros de Estado, de la Guerra y de Marina. Además del mayordomo mayor y del capitán de la Guardia de la reina, en la comitiva tomaban parte tres médicos, un boticario mayor, un capellán de honor, un sangrador, dos maestras de labores, un inspector de boca y víveres, un peluquero, un herrador, una lavandera de la ropa de la reina y un panadero con tres mozos, entre una larga lista de acompañantes, que pasaban sobradamente del centenar.

            El 9 de junio, el ayuntamiento acordó elegir para alojamiento real el palacio del barón de Warsage. Como la torre de la parroquia de San Pedro, podía amenazar la seguridad de la reina e infantas, debido a su inclinación, se mandó llamar al maestro de obras, a quien se le dio orden de rebajar la torre, hasta el punto que considerara necesario. Se nombró a una comisión para que, con la junta auxiliar, proporcionara las alhajas y las ropas necesarias. Otra comisión reuniría los ajuares de cocina.

            Al día siguiente la corporación señaló que, como no disponían de colgaduras para adornar la habitación de la reina, acordó hacerlo con muselina y lo restante con trafalgar. También faltaban adornos para tocadores, mesas de gabinete, varias clases de cristalería y cuatro juegos de vajilla fina. Para ello se comisionó a dos comerciantes de la ciudad, para que se desplazaran a Zaragoza y Tudela para comprar lo necesario.

            En la sesión celebrada el 11 de junio, el gobernador informó de la salida de la comitiva real de la Corte, que tenía previsto pernoctar en Calatayud el día 16. La corporación acordó informar a los pueblos del Partido. La comisión nombrada al efecto señaló que en la ciudad no podrían encontrase bocados de buen gusto, por lo que la corporación acordó invitar a los pueblos, para que en la mañana del día 16, pusieran a disposición de esta comisión los mejores ejemplares de caza y pesca.

            El 13 de junio se acordó arbolar por ambos lados el tránsito de la carretera, desde la Puerta de Terrer hasta el convento de capuchinas, colocando arcos a distancias proporcionadas, comisionando a todos los gremios. También se acordó avisar a los priores de Santa María y el Sepulcro, y a los presidentes de los capítulos parroquiales, para que adornaran las fachadas de sus iglesias con colgaduras. Los dependientes del Tribunal debían adornar el frontis de la cárcel, quedando el de la casa consistorial para el comercio.

            El día 15 las comisiones señalaron que tenían todo preparado para el recibimiento real. Por ello se acordó que una comisión municipal, con otros individuos de la junta auxiliar, quedasen en el palacio del barón de Warsage, para proporcionar a la reina cuanto necesitara para su servicio, con los sirvientes que creyeran oportuno. También se acordó que una comisión pasara a Ateca, para presentar al mayordomo mayor los respetos del ayuntamiento y se publicara un bando, invitando a los vecinos a colocar colgaduras en los balcones al día siguiente, con iluminación nocturna.

            Tras la llegada y pernocta de la comitiva real el día 16, en la sesión celebrada el día 20 de junio, la corporación acordó vender al día siguiente, en pública subasta, todos los efectos que había adquirido para el alojamiento y servicio de la reina e infantas, en el palacio del barón de Warsage.

            Por un oficio fechado en El Frasno el día 17, el gobernador pedía al ayuntamiento que facultativos médicos investigaran, si en la casa donde se había alojado la reina, habían fallecido dos enfermos hécticos y vivían entonces otros dos. En esta misma sesión del día 20, el ayuntamiento consideró esta noticia como invención de mala voluntad, por lo que se acordó convocar a todas las personas que habían intervenido en el arreglo del palacio, para elevar una exposición a la reina, dirigiéndola a la duquesa de la Victoria y de Morella, con la certificación de los médicos de la ciudad, que pedía el gobernador.

            Jerónimo Valdés, comandante general de la Guardia Real, cumpliendo los deseos reales, solicitaba al ayuntamiento la colección de versos, que se habían fijado en las fachadas del palacio del barón de Warsage, casa consistorial y demás edificios. La corporación acordó remitirlos, incluidos los que se habían elegido para la serenata.

            En una carta fechada en Ricla el 20 de junio, Miguel Martín señalaba su disgusto, porque sus majestades no se habían dignado en escuchar la serenata. Y añadía que, al salir de vuelta para Ricla, había perdido la ropa que llevaba en una alforja y una bandurria, por lo que solicitaba al ayuntamiento algo más que los gastos de viaje, por estas pérdidas de ropa e instrumento, que se elevaban a unos 17 o 18 duros.

            La contestación del ayuntamiento a la petición del gobernador, llevaba fecha del 20 de junio. En ella negaba rotundamente la información que apuntaba el gobernador, mostrando su sorpresa por esta falsedad mal intencionada. Aseguraba que el palacio donde se había hospedado la reina, era propiedad del barón de Warsage. Desde 1829 funcionaba como café, bajo la dirección de José Mata. Su hijo Mariano Mata había sido destinado a la sección de artilleros nacionales de Calatayud. En una expedición contra los enemigos, cruzando el puerto de Used, había contraído una bronconeumonía, que había provocado su muerte. Su padre se resintió también de su salud, falleciendo al poco tiempo, a los 63 años de edad, debido a dolencias, que nada habían tenido que ver con alguna enfermedad contagiosa. El ayuntamiento achacaba su fallecimiento a la fatiga, penalidades y sustos, que había sufrido en un viaje precipitado a Madrid, siendo perseguido por la facción de Cabrera, en el que uno de sus acompañantes había fallecido.

            El ayuntamiento señalaba que todas las habitaciones orientadas al mediodía, que habían ocupado sus majestades, estaban destinadas a salas de café. Tanto José Mata como su hijo Mariano, habían pasado sus dolencias en la parte opuesta del palacio, orientada al norte, habiendo fallecido en 1836 y 1837, respectivamente. La familia del barón de Warsage había ocupado con su familia el palacio, hasta su traslado a Zaragoza, sin sufrir tampoco ningún contratiempo importante en su salud. Manuel Mata, hijo de José, y su nieta Fulgencia Mur, no padecían ninguna enfermedad contagiosa, como así lo acreditaban los certificados médicos que se acompañaban.

            El ayuntamiento añadía que el café funcionaba cerca ya de once años, siendo el más concurrido de la ciudad. Desde 1829 hasta la fecha, se reunía en él lo mejor de la población, donde se pasaba las tardes y noches de tertulia y juegos honestos. También se habían celebrado festines, bailes y banquetes, siempre muy concurridos, con motivo de algún acontecimiento extraordinario, además de los acostumbrados en carnaval y Pascuas. Las comidas, helados, licores y demás productos que se servían en el establecimiento, eran elaborados exclusivamente por la familia Mata que, antes de entrar en este palacio, había ocupado una casa de Iñigo Martínez, en la Plaza del Mercado, sin que nadie padeciera enfermedad alguna contagiosa.

            El ayuntamiento apuntaba que, por respeto a la reina y a su familia, había elegido este palacio por el más conveniente y a propósito para su hospedaje. Para evitar la amenaza a la seguridad real, se había desmochado parte de una torre, demasiado inclinada, situada frente al palacio. Tampoco se había olvidado de la salubridad del local. Los concejales y colaboradores habían limpiado, blanqueado, pintado y adornado las estancias con los mejores muebles de la ciudad.

            El ayuntamiento pedía a la reina que tranquilizase su ánimo, jurando por su honor que no existía el menor motivo de desconfianza, respecto a la salubridad del palacio, asegurando que el autor de esta calumnia malintencionada era enemigo de la corona.

            Los profesores de Medicina, domiciliados en la ciudad: Vicente Colás, de 68 años, Vicente Labastida, de 37 años, Francisco Gutiérrez Simón, de 37 años, y Francisco Fernández de Soto, de 29 años, reunidos por orden del alcalde de la ciudad, señalaban que habían acudido al local, entonces café público, donde habían investigado el estado de salud de la familia que lo habitaba, constatando que ningún individuo padecía fiebre héctica, ni otra enfermedad semejante, gozando todos ellos de un estado de salud bastante completo. Mariano Mata había fallecido por afección pulmonar y José Mata, padre de Manuel y Benita, también había fallecido por afección pulmonar crónica. Los facultativos, que firmaban esta declaración el 20 de junio, señalaban que los que vivían entonces en el palacio no padecían fiebre héctica.

            En la sesión celebrada el 19 de agosto, se vio un oficio del capítulo de San Pedro, en el que informaban que, en la demolición de la torre, habían sufrido mucho los tejados, pidiendo al ayuntamiento su reparación. La corporación acordó que el maestro de obras reconociera los tejados, para su arreglo. Pero el asunto se fue dilatando, pues en la sesión del 27 de diciembre, el capítulo de San Pedro insistía de nuevo en el arreglo de los tejados, debido a las obras precipitadas de desmoche de la torre, pidiendo además la construcción de un campanario. Para ello el ayuntamiento nombró otra comisión, para que revisara de nuevo los tejados.

            En la sesión del 24 de septiembre se informó que, una noticia recibida extra judicialmente, confirmaba el paso por la ciudad, con destino a la corte, del capitán general Espartero, duque de la Victoria y de Morella. Por ello el ayuntamiento acordó que el maestro de postas, José Yus, despachara un apostado con caballo a El Frasno, dejando otro en la venta de Silvestre  Gaspar, con objeto de saber con anticipación la llegada del duque. Se acordó que el posadero de la posada del Muro arreglara, con la mayor decencia y lujo posibles, la mejor habitación de su establecimiento, teniendo dispuesto un obsequio ligero y del mejor gusto, debido a lo precipitado del viaje. El alcalde segundo quedó encargado de proporcionar un cesto, con los mejores melocotones que encontrara en Campiel. También se acordó que el ayuntamiento permaneciera en la posada del Muro, con todos los sirvientes y con las dos capillas de música de la ciudad.

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Presentación: El venerable Ruzola. Calatayud 1599 – Viena 1630

Se trata de una publicación necesaria e imprescindible para conocer con mayor profundidad la figura del bilbilitano fray Domingo de Jesús María Ruzola, más conocido como venerable Ruzola.

Gracias al magnífico trabajo realizado por su autor, Fidel Sebastián Mediavilla, quien ha realizado un minucioso y riguroso estudio de todas las fuentes publicadas hasta la fecha y otras inéditas, descubriremos la sorprendente y azarosa trayectoria vital de este ilustre bilbilitano que alcanzó gran fama, sobre todo, fuera de nuestras fronteras.

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CABALGATA DE LOS REYES MAGOS

El año pasado Manuel Saz nos enviaba al correo electrónico del CEB estas copias de imágenes que desde entonces forman parte del Archivo Fotográfico del CEB.
Organizando sus fotografías familiares encontró estas instantáneas donde su padre, Manuel Saz Pérez, participaba en una cabalgata de reyes y en cuyo reverso ponía Calatayud. Las fechas aproximadas oscilan entre 1955 y 1963 pues en esa época sus abuelos vivían en Calatayud.
Gracias a Carlos de la Fuente, consejero del CEB, hemos podido localizar el local donde fue tomada una de las fotografías y a todas las personas que aparecen en ella.

Interior donde aparecen caracterizados los tres Reyes Magos. Sobre la mesa se aprecia la cuna con el Niño Jesús junto a varios paquetes. Varias personas vestidas de fiesta acompañan a los Reyes.
Cabalgata de Reyes con el rey Melchor a caballo y pajes que sujetan las bridas del brioso equino.

Gracias a todos por su colaboración y en especial a Manolo Saz por enviarnos estas sorprendentes imágenes donde su padre, un 5 de enero, al atardecer y siguiendo la tradición, se caracterizó de rey Melchor y formó parte de esta cabalgata bilbilitana antes de que los Reyes dejasen durante la noche los regalos en las casas.

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EL CENTENARIO DE TOMÁS BRETÓN, LA DOLORES Y EL BOLERO

Francisco Tobajas Gallego

            Tomás Bretón falleció el 2 de diciembre de 1923. El Noticiero, en su número del 7 de diciembre, recordaba que la última vez que Bretón había estado en Zaragoza, había sido en mayo de 1919, con motivo de la fiesta en la que se había interpretado su cantata Aragón, una brillante página musical. También reproducía la entrevista que, para aquella ocasión, le había hecho Fernando Castán Palomar. En ella Bretón confesaba: la jota aragonesa me encanta; yo creo que la jota es el canto popular más hermoso; cuando yo hice La Dolores puse toda mi alma en la jota; y la jota fue un éxito enorme. Bretón recordaba el estreno de su ópera La Dolores en el Teatro de la Zarzuela, pues consideraba que si hubiera estrenado en el Teatro Real, no la hubieran cantado más de cinco noches….

Bretón reconocía que La Verbena de la Paloma y La Dolores, habían sido las obras que más dinero le habían proporcionado. De su rendimiento he vivido hasta hace muy poco tiempo. Bretón reconocía que para zarzuelas ya no le buscaban. Aquellos tiempos de La verbena de la Paloma estaban ya demasiado lejos y el maestro se resignada a no hacer nada.

La ópera La Dolores sería estrenada en el madrileño Teatro de la Zarzuela el 16 de marzo de 1895. El Diario de Zaragoza publicó el 17 de marzo una crónica de su corresponsal en Madrid. Señalaba que el aspecto del teatro de la Zarzuela era brillantísimo y las llamadas a escena habían sido innumerables. Las entradas se habían vendido a precios exorbitantes. Se habían distinguido Simonelli, Alcántara y el barítono Sigler. Bretón había dirigido la obra, saliendo a escena en infinidad de ocasiones. Varios periódicos zaragozanos se hicieron eco del éxito del estreno. César y Santiago Lapuente habían enviado un telegrama a Bretón con sus felicitaciones. El autor de La Dolores había contestado con otro, que preguntaba: ¿Cuándo la pondremos en Zaragoza?.

El 21 de marzo, el Diario Mercantil de Zaragoza recogía que Bretón había estado con anterioridad en Zaragoza, para recoger impresiones. Santiago Lapuente lo había animado a comenzar esta empresa. Junto a Sola, había ofrecido a Bretón varias audiciones, cantando varios estilos, que el músico había escuchado extasiado. Bretón había confiado a Lapuente en carta, que le había hecho bien la estancia en su compañía en Fuentes de Ebro, recogiendo también el ambiente de Calatayud. El Diario de Zaragoza informaba el 23 de marzo, que se había suspendido la fiesta anunciada para el próximo domingo, en obsequio a Bretón y  Lapuente, para celebrarla cuando el músico se trasladara a Zaragoza, con motivo del estreno de La Dolores.

En la sesión celebrada el 27 de marzo por el Ayuntamiento de Calatayud, se había leído una carta que Bretón había enviado al alcalde de la ciudad, en la que le daba las gracias y prometía que cuando tuviera ocasión, demostraría el afecto y cariño que profesaba a esa ciudad.

El Diario Mercantil de Zaragoza publicaba el 3 de abril de 1895, que La Dolores se iba a estrenar en esta ciudad para Pascua de Resurrección. Sería la primera ciudad que iba a saborear esta obra, que había alcanzado en Madrid una entusiasta ovación del público. Anunciaba que los ensayos iban a comenzar en breve y que Ricardo Ruiz, empresario de la compañía que actuaba en el Teatro Principal, buscaba una tiple para La Dolores. Informaba que el pintor y escenógrafo iba a salir aquel mismo día para Madrid, deteniéndose a la vuelta en Calatayud, para tomar datos y fotografías de la Plaza del Mercado de esta ciudad.

El Diario de Avisos publicaba el 4 de abril, que Bretón iba a venir a Zaragoza para presenciar el estreno de su obra. Al día siguiente, el mismo diario informaba que Bretón iba a dirigir su obra la noche del estreno. La empresa del Principal había contratado a la tiple señora González y al tenor Baltrami. Señalaba que el éxito de La Dolores se había celebrado hacía unos días, con un banquete en los jardines del Retiro madrileño. La idea había partido de El Anfiteatro, que era una sociedad de autores y músicos españoles, a la que se habían adherido todos o casi todos los maestros y literatos. Les había acompañado también Feliu y Codina. El banquete, brillante y animado, había sido una segunda fiesta de la jota, en la que habían participado los cantantes Sigler y Alcántara. Feliu y Codina había iniciado los brindis por la ópera española. Sigler había leído varias adhesiones de Calatayud y Zaragoza, una de ellas en quintillas. Santiago Lapuente había recitado unas coplas de Lucas Martínez, pues no había podido entonarlas, al no tener a mano el instrumento. Los de Calatayud habían enviado dos cajas de bizcochos y una carta escrita en baturro, que había leído Justo Blasco. La firmaban, entre otros, Sixto Celorrio y Francisco Lafuente. La Banda del Regimiento de Zaragoza había interpretado fragmentos de La verbena de la Paloma y de La Dolores.

El 9 de abril, el Diario de Zaragoza informaba que en el banquete a Bretón, al descorcharse el champán, se habían leído varias poesías y una carta del Casino de Calatayud, que había sido muy celebrada.

Bretón llegó en el tren correo a Zaragoza el 21 de abril, para asistir a los ensayos de su ópera. Los diarios informaban que ya no quedaban entradas para las tres primeras representaciones de La Dolores. A los ensayos acudieron gran cantidad de curiosos y aficionados, que pagaron dos pesetas, que fueron destinadas a la Casa Amparo. La guardia municipal se haría cargo de esta recaudación.

El 28 de abril, el Diario de Zaragoza informaba del fallecimiento en Calatayud de Benedicta García, madre del director de La Justicia, Darío Pérez. En este mismo número anunciaba el estreno aquella misma noche de La Dolores, con argumento de Feliu y Codina. El periódico adelantaba el acto primero. Los actos segundo y tercero eran casi idénticos a los de la comedia de Feliu, y por esta razón no los publicaba. Informaba que la noche pasada había tenido lugar el ensayo general. Los asistentes no habían pagado entrada, estando el teatro muy concurrido.

Darío Pérez

El 29 de abril, el Diario Mercantil de Zaragoza publicaba que Bretón había tenido la pasada noche una ovación continuada. Al final de todos los actos, había sido llamado y aclamado con entusiasmo. El mismo Bretón había declarado: Si con dos colores se pinta un paisaje, si con dos solos instrumentos nos dan tal riqueza de armonía, ¿qué resultará, si a esto se añade una orquesta nutrida, cantantes de valía, un coro numeroso y una rondalla completa?.

En este amplio artículo se narraba que Bretón había estado en Zaragoza y Calatayud, donde había tomado impresiones. Conoció la Plaza del Mercado y el mesón alusivo de la copla. Una noche, varios amigos le invitaron a un banquete. Tras la tertulia, una rondalla rompió el silencio de la noche. Al sentir los aires de la jota, los comensales habían salido al balcón de la fonda. Ante la oscuridad del cielo ya primaveral, pudieron escuchar la jota clásica del país. Bretón estaba embelesado. La Dolores estaba ya creada en la cabeza del músico. Esta noche inolvidable, que había pasado entre amigos en Calatayud, la reflejó Bretón en el acto primero de su ópera, con los decorados, debidos a Alejo Pescador, que representaban la Plaza del Mercado y el mesón de la Gaspara.

Este mismo diario señalaba que si Feliu, de una copla hizo un drama; el maestro, de un cantar, un ópera. Informaba que la entrada general costaba 75 céntimos. Al día siguiente, el Diario de Zaragoza consideraba que La Dolores es el paso de gigante dado en la senda de la ópera española.

Este mismo episodio lo narraba Darío Pérez en sus memorias. Bretón le había escrito, comunicándole que deseaba ir de incógnito a Calatayud, para escuchar una rondalla en la calle. Darío Pérez le prometió guardar el secreto, aunque lo comentó con Sixto Celorrio y con el cantador Dámaso Salcedo, preparando la ronda. Dámaso Salcedo fue concejal del Ayuntamiento de Calatayud y presidente del Círculo Republicano de su ciudad. Con Bretón cenaron tres o cuatro amigos y a medianoche salieron del mesón, para recorrer las calles en busca de la ronda. En la Plaza del Fuerte comenzaron a sonar las guitarras de la ronda, a las que acompañaba Salcedo. La ronda se perdió por las oscuras callejuelas de la ciudad, seguida por un Bretón impresionado y sus amigos.

Demetrio Galán Bergua, en El libro de la jota aragonesa, nos relata otra versión de los hechos. Cuando Bretón estuvo en Calatayud, para ambientar su partitura de La Dolores, fue invitado a una cena en la posada de San Antón, que trasladaría a su obra como el mesón de la Gaspara. Tras la cena, habían desfilado las rondallas y cantadores bilbilitanos, entre estos últimos El Bolero, que causaría enorme sensación en Bretón, a quien invitaría a cantar en Madrid las coplas de su drama lírico. Mucho tuvieron que insistirle, para que El Bolero aceptara aquel reto, cantando en el teatro de la Zarzuela las coplas de La Dolores, a las que siguieron otras clásicas, ante la insistencia y los aplausos de un público entusiasta. Entre ellas, Demetrio Galán recordaba una:

                        De bizcochos y adoquines

                        traigo las alforjas llenas,

                        los hi cargau en mi pueblo

                        pa las mozas madrileñas.

Ángel Laborda, desde las páginas de La Derecha, escribía el 29 de abril que Bretón había sabido sentir el himno regional, produciendo una obra maestra y grandiosa.

El 1 de mayo, La Alianza Aragonesa informaba que, tras la tercera audición de La Dolores, Bretón se había despedido de Zaragoza. Había sido acompañado a la Fonda de Europa por gran número de admiradores. En la Plaza de la Constitución, la orquesta del teatro había ejecutado dos composiciones, que habían sido muy aplaudidas por el numeroso público que llenaba la plaza. También había sido muy aplaudida la rondalla, que había cantado las coplas alusivas y de reconocimiento a Bretón.

Ese mismo verano, La Dolores se representó ciento doce veces en el Teatro Tívoli de Barcelona. El 31 de agosto, el Diario Mercantil de Zaragoza confirmaba el éxito de esta ópera en la ciudad condal. Heraldo de Aragón informaba el 19 de octubre, que aquella misma noche La Dolores iba a estrenar la temporada del Teatro Principal de Zaragoza. El Diario Mercantil de Zaragoza publicaba el 8 de noviembre, que varios amigos y admiradores de Bretón le habían pedido que dirigiera la centésima representación de La Dolores en Barcelona. El músico, que entonces se encontraba en Valencia, preparando el estreno en el Teatro de la Princesa, había confirmado por telegrama su asistencia.

El 25 de mayo, el Diario de Zaragoza informaba de la celebración de una fiesta aragonesa en Madrid el próximo domingo. Se anunciaba la participación del jotero bilbilitano El Bolero y de la pareja de baile, compuesta por Ángel Fernando y su acompañante de Villamayor, que habían logrado el primer premio del certamen de aquella población, en las últimas fiestas. Otros cantantes lo harían acompañados al piano. También actuaría un doble cuarteto de guitarras y bandurrias, y la Banda del Regimiento de Saboya. La mitad de los beneficios serían destinados a los pobres.

Esta fiesta, que se repitió varios días, fue reseñada por La Época, El Liberal, Heraldo de Madrid, La Iberia y El Día. Las actuaciones de la rondalla aragonesa se alargaron hasta el primer día de junio.

El 28 de mayo, La Alianza Aragonesa informó de la celebración, en el madrileño Teatro del Príncipe Alfonso, de la anunciada fiesta aragonesa. Señalaba que el programa había sido muy aplaudido, especialmente la jota interpretada por la Banda del Regimiento de Infantería de Saboya, y el pasacalles y jota de La Dolores, produciendo gran entusiasmo el cantador de Calatayud Hilario Gallego, El Bolero, y una pareja de baile, acompañados por una rondalla de bandurrias y guitarras.

En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud, celebrada el 8 de noviembre de 1911, se leyó una circular firmada por varias personalidades de Madrid, pidiendo la adhesión del ayuntamiento al homenaje que se proyectaba en honor a Bretón. Como no iba a ser de otra manera, el ayuntamiento acordó asociarse a este homenaje.

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EL CÍRCULO CATÓLICO DE OBREROS DE CALATAYUD EN LA ÉPOCA DE JUAN BLAS Y UBIDE (II)

CENTENARIO DE JUAN BLAS Y UBIDE, 1923-2023

Francisco Tobajas Gallego

Actividades. El Viernes de Dolores de 1886, se programó en los salones del Círculo un concierto sacro, encargando a los socios aficionados la confección de un programa. En la Junta General del 30 de mayo, el presidente recomendó a los socios su asistencia a la comunión general y a la procesión en la festividad de San Iñigo, que fue la primera que los socios lucieron la medalla del Círculo. La comunión tendría lugar a las siete de la mañana en Santa María. También debían asistir con la vela y la medalla a la procesión de la tarde, que acompañaría la Banda de Música La Unión. Por la noche se celebraría en el Círculo una velada musical-literaria.

En la Junta General del 5 de septiembre de 1886, el presidente anunció la inauguración de las conferencias semanales y la organización del Círculo por distritos parroquiales, nombrando juntas de distrito, para que visitaran a los enfermos y vigilaran a los socios. A iniciativa de Ortega, se pidió a la reina el indulto al reo Miguel Garcés. En la Junta Directiva del 8 de noviembre, se vio una invitación del vicario general, para asistir a los actos para ganar el jubileo universal del papa León XIII para aquel año y para que se asistiera en corporación a las visitas de las iglesias, los días 14 y 15 de aquel mismo mes.

En la Junta General del 1 de enero de 1887, el presidente informó que la prensa madrileña publicaba la conmutación de la pena a Miguel Garcés, como había solicitado el Círculo. Este mismo día, el secretario señaló la inversión de unos 11 000 reales, de los 17 502 reales ingresados, en gastos de la instalación del círculo, socorros a enfermos, festividades religiosas, veladas artísticas, sueldos del personal, gastos de escuela y secretaría. La Junta General acordó aumentar las suscripciones a revistas religiosas, fomentar la biblioteca y ampliar la enseñanza a música y dibujo. El presidente señaló su intención de mejorar el mobiliario y la compra de un piano o armonio.

El 8 de enero de 1887, el Diario de Zaragoza informaba de la llegada y de los actos celebrados en Calatayud, en honor de Valentín Gómez. Habían ido a esperarlo a la estación unas cuatrocientas personas, hospedándose en casa de Ortega. La tarde del día 7 se había celebrado en su honor una velada en el Círculo Católico. Lo había presentado Juan Blas y Ubide, que había elogiado al poeta, al paisano y al escritor católico. El periódico reseñaba que más de seiscientos asistentes habían aplaudido a Blas, Ortega, Muñoz, Bascones y Montón, que habían tomado la palabra, y a Valentín Gómez, que había pronunciado un discurso. A su término, había sido acompañado hasta su residencia, con antorchas y banda de música, por más de novecientas personas, que habían gritado vivas al poeta y a Zaragoza. Aquel mismo día se había anunciado la celebración de un banquete en su honor, de cuarenta cubiertos. En el libro de gastos, correspondiente al año 1891, se contabiliza la impresión de mil ejemplares del discurso de Valentín Gómez.

En la Junta General del 4 de septiembre de 1887, el Círculo se adhirió a la celebración de las bodas de oro del papa León XIII, contribuyendo con una limosna de 10 céntimos por socio, que se pondrían de los fondos de la sociedad. La fiesta de la Purísima Concepción de 1887 se celebró en el Sepulcro, pues entonces el local del Círculo se encontraba en su jurisdicción. En diciembre, el Círculo se asoció para celebrar el próximo 1 de enero el jubileo sacerdotal del papa León XIII, invitando a una velada a todas las sociedades religiosas que intervinieran en esta fiesta.

En la Junta Directiva del 28 de mayo de 1888, se acordó dar término a fin de mes a las conferencias de aquel curso y al cierre de las escuelas hasta septiembre. En la Junta General del 29 de junio, se acordó telegrafiar a Juan Soldevilla, felicitándole por su presentación para obispo de Tarazona. Este año se imprimieron cuatrocientos programas, con los actos de la festividad de la Virgen de la Peña y trescientos para la Purísima.

En la Junta General del 22 de abril de 1889, se acordó la adhesión del Círculo al Congreso Católico de Madrid, como ya había propuesto la Junta Directiva, nombrando representantes a Vicente de La Fuente y a Valentín Gómez. Se autorizó a la Junta para que eligiera a una comisión que saludara al obispo, después que tomara la posesión de la diócesis. También se propuso que los trabajos que encargara la Junta Directiva, los anunciara en subasta entre los artesanos del Círculo. Este año el Círculo conmemoró el centenario de la conversión de Recaredo.

El 26 de mayo la Junta Directiva acordó levantar un arco, para celebrar la entrada del obispo. Este arco dedicado al obispo ocasionó algunos gastos, que recoge el libro del Círculo. Lo levantó el albañil Badesa, corriendo la pintura a cargo de Rubio. El arco se decoró con adornos y faroles. En la Junta General del 13 de abril de 1890, el presidente dio cuenta de un donativo de 50 pesetas del obispo de Tarazona. Estos donativos se repetían periódicamente.

El Círculo se inscribió al Congreso Católico de Zaragoza, celebrado en 1890, que fue representado por su presidente. Meses más tarde se acordaría salir a saludar al nuncio del papa a la estación de tren, cuando pasara por la ciudad para asistir al congreso.

En marzo de este año se nombró pianista del Círculo a Tomás Castejón, con un haber de 20 reales al mes. En la Junta Directiva del 4 de mayo, se acordaría formar una banda de música, bajo el título de Santa Cecilia, para que amenizara gratuitamente las funciones del Círculo, comprometiéndose a cambio a cederles un local y luces para los ensayos. La Junta Directiva acordó el 8 de junio, la cesión del local a la Asociación de San Luis Gonzaga, para que celebrara una velada cuando lo estimara conveniente El 15 de junio se celebraría la festividad de la consagración del Círculo al Sagrado Corazón de Jesús. A finales de este mes, se daría la enhorabuena a Vicente de la Fuente Pertegaz, por la celebración de su primera misa.

En marzo de 1891 se celebraría una velada en obsequio al obispo, que visitaba la ciudad. En la Junta General del 29 de marzo, Larrosa se quejaba por lo poco concurridas que eran las cuatro comuniones generales, que fijaba el Reglamento. Por ello el presidente señaló que, en lo sucesivo, el secretario tomara nota de los socios que asistían a ellas, para exponer sus nombres en el cuadro de honor y así estimular la asistencia.

El 12 de noviembre varios socios pidieron la formación de un teatro moral recreativo, como tenían otros círculos. La Junta Directiva acordó que el consiliario y el presidente trasladaran esta petición al vicario general. Días más tarde, el vicario general señaló que la petición la hicieran llegar al obispo. El vicario invitó al Círculo, a salir el día 25 de noviembre a recibir a los padres misioneros, que serían invitados a la velada del 8 de diciembre. En la Junta del 15 de diciembre se informó que el obispo había concedido licencia, para poner en marcha el teatro moral recreativo, acordando la formación de un presupuesto para la construcción del teatro. El 29 de diciembre, la Junta Directiva señaló que el Círculo participaría con 440 reales, para pagar parte de los gastos ocasionados por el teatro. En el libro de gastos del Círculo se apuntaba el pago de 300 reales de dos decoraciones y del telón de boca, y de 440 reales de la subasta del escenario. En este libro se apuntaba también el desembolso por tocar el arpa dos noches de diciembre.

En la Junta Directiva del 31 de enero de 1892, se acordó solicitar al vicario general la designación de tres sacerdotes, para que impartieran las conferencias dominicales. En la del 21 de febrero se invitó a los socios, para que los días de carnaval, hicieran vela a Jesús Nazareno, en las cuarenta horas que tendrían lugar en San Juan.

En 1892 el Círculo se suscribió al Congreso Católico de Sevilla y en 1893 al Congreso Eucarístico de Valencia. La noche del 12 de octubre de 1892, el Círculo celebró una velada en conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América. En la Junta General del 16 de octubre, se informó que el abad de Santa María, Benito Gimeno, había sido nombrado nuevo consiliario del Círculo, por dimisión de Justino del Amo, debido a problemas de salud. En diciembre se sortearía una barra de mazapán, para recabar fondos.

En la Junta General del 1 de enero de 1893, se acordó que el presidente y consiliario del Círculo se pusieran de acuerdo con el vicario general, para llevar a cabo una queja por la apertura de una capilla protestante en Madrid.

En la Junta Directiva del 17 de febrero, se acordó que, para las veladas del Círculo, se llamaran a los músicos de las capillas de Santa María y del Sepulcro, prefiriendo a los que fueran socios.

En la Junta General del 16 de abril, el presidente expuso que, según el artículo 31 del Reglamento y para fomentar el trabajo y la economía, la Junta Directiva podría acordar, si lo consideraba conveniente, la creación de una Caja de Ahorros, para que los socios pudieran hacer imposiciones voluntarias, redactando un reglamento especial. Para ello se acordaría celebrar una Junta General extraordinaria. En la Junta General celebrada el 1 de enero de 1894, se informó que desde aquel día quedaba abierta la Caja de Ahorros, pero en la Junta Directiva del 29 de enero de 1899 y por orden de Jesús Marco, el tesorero entregó los fondos que guardaba de la Caja de Ahorros, que fueron devueltos a los imponentes, por disolución de la sociedad.

La Junta Directiva del 17 de septiembre de 1893 la presidió el P. Vicent, que era director de los Círculos de Obreros y del Consejo Diocesano de Valencia. La sesión se abrió y se cerró con las oraciones reglamentarias y de costumbre. En ella se acordó la conveniencia de participar en la peregrinación a Roma, formando una comisión organizadora, compuesta por el presidente Félix Sanz de Larrea y por el consiliario Benito Gimeno. Este nombramiento se dio cuenta al Consejo Nacional. En el libro de gastos del Círculo se anotaba el realizado en el mes de diciembre, de cervezas y otros géneros, el día de la conferencia del P. Antonio Vicent. También se anotó el gasto de una cajeta, para la recaudación de fondos para la peregrinación a Roma. Esta peregrinación de 1894, llevaría a Roma a 18 500 obreros, para gradecer al papa León XIII la publicación de su encíclica Rerum Novarum.

En 1894 el Círculo socorrió con los fondos sobrantes, a los socios destinados al ejército de Melilla. A finales de septiembre se tuvo noticia de la llegada del obispo, tomándose el acuerdo que la Junta Directiva fuera a esperarlo a la estación de tren, pasando al día siguiente a visitarlo al palacio. También se le invitó a una velada, para lo cual, el Círculo siempre enviaba un carro o carretela.

El 28 de mayo de 1895, la Junta Directiva acordó celebrar el día de San Iñigo en las Salesas, con la consagración anual al Sagrado Corazón de Jesús. La velada de septiembre se retrasó, para que la presidiera el obispo. Para recabar fondos, la Junta Directiva acordó el 3 de febrero de 1896, el sorteo de una imagen de taller de San José. Esta rifa se repitió en años posteriores. El 24 de abril la Junta Directiva nombró a Valentín Gómez, para que representara al Círculo en la Asamblea de Madrid del 14 de mayo.

En 1896 se procedió al arreglo del teatro y del jardín. En la Junta General del 10 de enero de 1897, se explicó que el gasto contabilizado en esta reparación, se refería al licor y al café consumido en las obras de teatro, pues el arreglo del jardín lo habían llevado a cabo varias personas sin cobrar nada.

En 20 de febrero de 1898, la Junta Directiva acordó que las conferencias dieran comienzo los domingos de Cuaresma, a cargo de los eclesiásticos designados por el vicario general. La velada con motivo de la festividad de la Virgen de la Peña, se suspendió por ocupaciones de la feria y por las circunstancias por las que atravesaba la patria. El 28 de octubre la Junta Directiva trató que algunos socios apostaban en los juegos más dinero que marcaba el Reglamento. Por ello se acordó que el conserje inspeccionara las mesas.

En la Junta General del 8 de enero de 1899, se agradeció al socio mosén Cándido Vera, el haber tomado a su cargo la dirección de la parte dramática del teatro, reorganizando la compañía y formando otra de niños, habiendo presentado un gran número de piezas dramáticas y de entretenimiento. El 23 de noviembre de 1899, la Junta Directiva concedió 10 pesetas a los socios del teatro, que lo habían solicitado para reparar los telones y comprar obras de teatro modernas.

En la celebrada el 4 de noviembre de 1906, se acordó enviar al director de El Noticiero una protesta por la ley de asociaciones. Este mismo día, la Junta Directiva acordó abrir el teatro y que el socio Mariano Lozano confeccionara tres o cuatro barbas para los cómicos, cuyos gastos cubriría la sociedad teatral. En diciembre continuaban las conferencias y las funciones de teatro. En la del 7 de diciembre, la Junta Directiva acordó ceder el salón de juntas a Julio Seco, que lo había solicitado para dar lecciones de guitarra, con la condición que fueran solo para los socios.

El 2 de febrero de 1908, la Junta Directiva eligió compromisario por votos a José María Bascones, para que asistiera en Zaragoza a la elección de vocales en el Instituto de Reformas Sociales. Aquel año se acordó donar a la tómbola un libro de la vida de la Virgen.

En la Junta General del 6 de enero de 1909, Lozano propuso colocar en el salón del Círculo los retratos de Benito Gimeno y de Vicente de la Fuente, en señal de agradecimiento, por sus trabajos a favor de la sociedad. Esta propuesta fue aprobada por unanimidad, con la candidatura que había propuesto la Junta Directiva para el Instituto de Reformas Sociales.

El 6 de marzo de 1910, tendría lugar en el Círculo Católico un mitin contra la apertura de las escuelas laicas, con varios discursos a favor de la enseñanza religiosa. El 24 de junio, la Junta Directiva protestó por la política antirreligiosa del gobierno, que no había enviado a la Acción Católica a Madrid. La Junta General del 5 de julio acordó pintar el decorado del teatro, comprometiéndose la sociedad dramática a contribuir con alguna cantidad, para los gastos de albañilería.

En la Junta General del 10 de enero de 1915, Marco se comprometió a costear dos faroles, para acompañar al estandarte en el rosario de la Virgen de la Peña.

Con motivo de la entrada del obispo a la diócesis, la Junta Directiva acordó el 5 de mayo de 1918, organizar una velada literaria musical, levantando un arco con dedicatoria y emblema. En la Junta Directiva del 9 de mayo, Antonio Bardají dio cuenta de la visita efectuada a los párrocos, acompañado del secretario, que habían ofrecido su apoyo moral y material, para las obras de acción social católica que estableciera el Círculo. Igual respuesta habían recibido del vicario general. Para ello se nombró a una comisión de régimen interior y otra para preparar la velada por la entrada del obispo. Antonio Bardají y José María de la Fuente, como ejecutores testamentarios de Félix Sanz de Larrea, señalaron que disponían por esta vía de algunos bienes, para clases de enseñanza en el Círculo.

El 26 de mayo, la Junta Directiva nombró una comisión para invitar a Juan Blas y Ubide, primer presidente del Círculo, para que participara en la velada literaria dedicada al obispo, con motivo de su entrada oficial. Pero Juan Blas se excusó, pues no se lo permitía su delicado estado de salud. El 29 de septiembre, la Junta Directiva propuso organizar una sección artística, formada por jóvenes del Círculo. Para ponerla en funcionamiento, se nombró director a López Landa y jefes de escena a José María Pérez y Ceferino Lasheras.

En octubre de este año se pintaron y decoraron los salones del Círculo, con la intención de que estuvieran bien saneados, debido a la epidemia de gripe. La Junta Directiva del 15 de diciembre acordó que la tómbola fuera inaugurada el próximo día 25, invitando a los donantes, y que se instalara un cinematógrafo, para amenizar la estancia en los salones de las señoras y señores, los días de exposición en la tómbola.

En la Junta Directiva del 25 de enero de 1919, el presidente señaló la brillantez de las funciones teatrales, las sesiones de cine y las exposiciones en la tómbola. En la Junta General del 9 de febrero se constató que, desde la entrada de la nueva Junta Directiva, el 5 de mayo de 1918, los socios se habían duplicado.

Socorros. En la Junta General del 30 de mayo de 1886, se informó que se había comenzado a dar socorros de reglamento a los socios enfermos. La Junta Directiva debía dar cuenta de casos semejantes. El 29 de junio la Junta General acordó que, desde el 1 de enero de 1887, el socorro se elevaría a 4 reales diarios. Pero debido al buen estado económico del Círculo, la Junta General celebrada el 1 de enero de 1887, acordó subir el socorro a 1 peseta diaria, durante los primeros cuarenta días. Entre cuarenta a cien días el socorro sería de 3 reales y de 2 reales de cien días en adelante, siempre que los fondos lo permitieran.

En 1890 se acordaría dar socorro a los socios enfermos, desde el día que la familia entregara la certificación médica de la baja. Este año se socorrieron a treinta y cuatro socios. En 1894 se acordó no conceder socorro al socio que se inutilizara en día de fiesta. En 1895 Ena señaló que si no se podía pagar 1 peseta diaria a los enfermos, debido a la mala situación económica del círculo, se rebajara a 2 reales, como se había pagado anteriormente.

La Junta General del 10 de mayo de 1906 acordó que, para cobrar el socorro, se debía presentar antes la certificación médica que acreditara la enfermedad. Si la enfermedad fuera crónica, no se tendría derecho al socorro. Los enfermos no podrían salir de casa sin conocimiento de la Junta Directiva, avisándole cuando lo indicara el médico por curación. Si los enfermos salían de casa, se darían de alta y no cobrarían el socorro. Los enfermos de cirugía que pudieran salir de casa, no entrarían en las tabernas ni cafés, hasta que fueran dados de alta. Tampoco podrían acudir a sitios de recreo, ni pasar el día en el campo. Si concurrían a los salones del Círculo, no podrían tomar parte en los juegos. En caso contrario se les daría de alta, cesando de cobrar el socorro. El enfermo que se ausentara de la ciudad no cobraría el socorro, mientras estuviera fuera.

En diciembre de 1910, después de socorrer a un socio enfermo, como marcaba el Reglamento, se le siguió entregando alguna cantidad, para ayuda de su enfermedad. Otros enfermos donaban al Círculo el haber de algunos días de socorro. En 1918 quedó suspenso el socorro a los socios, debido a la situación económica de la sociedad.

Enseñanza. El 28 de marzo de 1886, la Junta Directiva acordó invitar a sacerdotes y socios que ejercieran una profesión científica, para que se inscribieran como profesores, señalando las materias que quisieran impartir en las escuelas nocturnas, informando a los socios que no supieran leer ni escribir la apertura de la matricula. En la Junta General del 30 de mayo se comentaron las dificultades, que habían impedido la apertura de la escuela por falta de local, habiendo limitado los beneficios de la enseñanza a las conferencias semanales. Si había socios suficientes que deseaban recibir primera enseñanza, se organizaría inmediatamente la escuela, a pesar de lo avanzado de la estación. El 28 de junio, la Junta Directiva acordó abrir la escuela el próximo 1 de julio, bajo la dirección de Román Montón, con una gratificación de 100 reales al mes. En la celebrada el 8 de noviembre, se acordó abonar desde ese mes a la Sociedad de San Vicente de Paúl, la mitad del alquiler del local destinado a escuelas de esa sociedad, que utilizaba el Círculo, y la compra de algunos utensilios para la enseñanza.

En la Junta General del 17 de abril de 1887, el presidente informó del estado de la escuela de primera enseñanza y de la clase de Dibujo, indicando la idea de hacer obligatoria el próximo invierno la primera enseñanza, a los socios que no supieran leer ni escribir. En la celebrada el 4 de septiembre se acordó cerrar las escuelas, hasta conseguir un local a propósito. Las escuelas se abrirían el 1 de diciembre, nombrando maestro al socio activo Macario Sanz, con 25 pesetas al mes.

El 27 de febrero de 1888, la Junta Directiva acordó la apertura de las clases de Dibujo y Música, la primera a cargo de Mariano Blasco y la segunda a cargo de Francisco Pascual, con un haber mensual de 10 pesetas. Por aumento del gasto del alumbrado, se acordó asignar al conserje 30 pesetas al mes, siendo de su cuenta el alumbrado de las escuelas y clases especiales. La celebrada el 16 de septiembre acordó abrir las escuelas de primera enseñanza y la clase de Música, a cargo de los mismos profesores que el año anterior, invitando a Mariano Blasco para que impartiera la de Dibujo. Las conferencias se inaugurarían en octubre, invitando a varios sacerdotes y seglares, para que se turnaran en este trabajo.

La Junta Directiva celebrada el 17 de febrero de 1889, autorizó al maestro para que impusiera un correctivo a los alumnos que cometieran faltas en el local.  La celebrada el 9 de junio, dado el aprovechamiento de los alumnos en las escuelas nocturnas, acordó premiar a cinco que presentaría el profesor Sanz. El 13 de octubre, la Junta General acordó que el próximo día 15 se abrirían las escuelas nocturnas de primera enseñanza y de Música.

La Junta Directiva celebrada el 25 de mayo de 1890, acordó establecer la escuela de solfeo, con 40 reales al mes para el profesor. Aquel año se compraron mesas para las escuelas nocturnas, que se abrirían el 2 de noviembre, a las siete de la tarde. Una semana más tarde, la Junta Directiva suprimiría la plaza del maestro de Música y el día 30 se restablecería la clase de solfeo.

El 19 de abril de 1891, la Junta Directiva acordó que, a final de aquel mes, se cerrara la escuela nocturna por falta de alumnos, debido a las ocupaciones de la estación. En la Junta General del 4 de octubre, el presidente informó que en la primera quincena del mes se abriría la escuela nocturna, siempre que hubiera suficiente número de socios matriculados. Señaló que, el año anterior, la escuela se había abierto con más de treinta alumnos, pero al cabo de un mes solo acudían seis o ocho. Para el 15 de noviembre de aquel año estaba prevista la apertura de las escuelas y de la clase de Dibujo Lineal.

En la Junta General celebrada el 1 de enero de 1893, el presidente Félix Sanz de Larrea mostraba su satisfacción, por la asistencia de socios a las escuelas y a las conferencias dominicales dirigidas por sacerdotes, apartándose de la senda de los malos vicios y las malas doctrinas, que tanto daño hacían a la clase obrera. También agradecía a Vicente García Albericio las clases de Dibujo nocturno, que ofrecía gratis. El 17 de febrero, la Junta Directiva acordó obsequiar al profesor de dibujo, Vicente García Albericio, por el interés puesto en la enseñanza de aquella materia.

En la Junta Directiva del 4 de enero de 1894, Justo Navarro comentó la acción de algunos alumnos, que se habían dado de alta en el Círculo al comienzo de las clases y de baja a su término. Entonces se acordó que si pedían el alta de nuevo, se le exigieran dos o tres mensualidades anticipadas.

En las Juntas Directivas celebradas el 24 de septiembre y el 14 de octubre de 1896, vistas las condiciones deficientes del local, se acordó buscar otro más espacioso, para albergar las escuelas nocturnas. En la celebrada el 7 de noviembre, el presidente informó que, con la ayuda del notario Marcelino Ena, había conseguido para local de las escuelas y del teatro recreativo, el arriendo del piso principal de Alejandro Heredia, con un pago anual de 450 pesetas.

En la Junta General del 3 de octubre de 1897, se acordaría la apertura de la escuela nocturna, pues el nuevo local reunía condiciones, siempre que el número de alumnos llegara a doce.

El 17 de enero de 1906, la Junta Directiva acordó establecer la escuela de Dibujo, a cargo de Mariano Rubio. Por acuerdo de la Junta Directiva celebrada el 4 de noviembre, esta clase se abriría de nuevo el 15 de ese mes, a cargo del mismo profesor, ocupando la habitación contigua al gabinete de lectura. Rubio cobraría 6 reales por persona, si asistieran diez alumnos o menos, 5 reales hasta quince alumnos y 4 reales de quince alumnos en adelante. Se acordó adquirir láminas de dibujo, para que los alumnos pudieran lograr mayores adelantos.

En 1910 y 1911 se acordaría abrir las escuelas para los socios y sus hijos, siempre que lo permitieran los fondos del Círculo.

En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud, celebrada el 13 de agosto de 1913, se leyó una carta de Jesús Marco, presidente del Círculo Católico de Obreros, en la que interesaba al alcalde para que gestionase el establecimiento en la ciudad de una Escuela de Artes y Oficios, que sería beneficiosa para la clase obrera. Por unanimidad, se acordó elevarlo al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, recabando la ayuda del diputado a Cortes y demás personalidades. En la sesión del 20 de agosto, se aprobaría la exposición dirigida a este Ministerio, que sería recomendada al ministro por el diputado Maura. El 4 noviembre de 1914, el concejal Lafuente proponía que el ayuntamiento subvencionase un local, para instalar una academia de Dibujo. Marco y Carrau consideraban más positivo crear una escuela de Artes y Oficios, pasando  el aviso al diputado del distrito. El 31 de julio de 1918, Alejandro Gargallo y tres personas más solicitaban al ayuntamiento la creación de una Escuela de Artes y Oficios, con profesores retribuidos y el necesario material de enseñanza. Pero el 7 de agosto, las Comisiones de Hacienda e Instrucción Pública desestimaron esta proposición. En la sesión del 4 de octubre de 1922, Clemente expuso la necesidad de instalar en la ciudad una escuela de Artes y Oficios para la enseñanza de la clase obrera.

En la Junta Directiva del 9 de mayo de 1918 y gracias al legado de Félix Sanz de Larrea, que había nombrado ejecutores de su testamento a Bardají y José María de la Fuente, se acordó abrir una academia de Contabilidad General, Francés y Dibujo a comienzos de octubre. Pero debido a la gripe, se decidió aplazar su apertura. En la Junta Directiva del 24 de noviembre, el presidente propuso que el 1 de diciembre comenzaran a funcionar las clases de Dibujo, a cargo de Mariano Rubio, y de Contabilidad, a cargo de Pedro San Nicolás y de León Clemente, como auxiliar. Se aprobó que el 1 de enero dieran comienzo las clases de Francés, debido a la desaparición de la gripe, pero estas clases no se impartieron, por ser incompatibles con las que ya tenían lugar, pues los alumnos preferían asistir a las que ya funcionaban. En la celebrada el 15 de diciembre, se informó que a las clases asistían gran número de socios. También se acordó informar a los labradores, de las conferencias agrícolas que iban a impartir Gayán y Machín. En la Junta General ordinaria del 9 de febrero de 1919, el presidente propuso entregar premios a los alumnos que más se distinguieran en las clases de Dibujo y Contabilidad.

Documentos consultados:

Archivo Municipal de Calatayud (AMC), Caja 1-13.

AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1913-1914, Sig. 153.

AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1914-1915, Sig. 154.

AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, 1918-1919, Sig. 158.

ESTARAN MOLINERO, J. (2010): «Aportación del catolicismo social en Aragón a la educación popular (1857-1923)», Participación Educativa, nº extra 1, 91-107.

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